miércoles, 27 de mayo de 2009

Carta a un desconocido


Me gustaría ya estar en el medio de la carta y no tener que empezar de cero, que ya me conocieras y pudiéramos mirarnos sin la necesidad de hablar. Pero me gustaría que me conocieras desde hace poco, como si hubiéramos pasado algunas tardes juntos y eso bastara. Así es que comienzo esta carta sin paciencia para contarte nada que yo ya conozca demasiado, me gustaría que estas palabras también fueran nuevas para mí, contarte por ejemplo que hoy estuve jugando con el gato de mi mamá y le cambiamos el nombre tantas veces, sin descubrir sus sexo, y el gato no paraba de maullar y de buscarme la mano con la trompa y fue como si volviera a ser una niña pero es raro, porque como ya sabrás, yo de chica no tuve gatos.
y después que durante el viaje me tocó sentarme al lado de una señora que hablaba muy bajito y que pidió café con coñac para acompañar la cena, y ante la negativa del choufer murmuró algo y pidió un vaso de Pepsi y yo la sentí a mi lado como si se compactara y se volviera de plástico, la señora que por un momento había sobrevolado como una tela con gusto a café y sentí pena cuando retomó de un trago su vasito de Pepsi. y claro, también quisiera contarte lo del grillo mientras imagino que estarás inclinado sobre esta carta en esa forma extraña que tenés de inclinar la espalda. El grillo, pequeñito, un proyecto de grillo, surcaba los azulejos de la cocina y yo, medio dormida me quedé fría del susto, porque había creído ver otra cosa allí, una cosa negra moviéndose entre las flores artificiales de los azulejos, y desapareciendo detrás de la cocina. Pero luego el canto me reincorporó al día y así ha transcurrido, como desde el canto interrumpido del grillo.
Me gustaría conocerte para saber hasta cuándo seguir, porque podría también contarte lo de Anita, la mirada fría con que se despidió anoche y el sufrimiento de Diego, y cómo le duele a Flora que se vayan rompiendo las cosas en la casa… la persiana del cuartito inútil, la punta de la fuente con ese dibujo descolorido de la mujer sobre el puente, y yo preocupada por el grillo.. pero ya me conocés, o no.. el día está terminando como si hiciera un agujerito en la arena y al sacar el dedo se volviera a llenar, y en el fondo está solo tu nombre sin profundidad. Soy Isabel, hoy estoy azul con las rodillas heladas, escribiendo desde el hueco, ahí vuelve a sonar el grillo y parece que en sólo un día hubiera crecido muchísimo.