martes, 7 de junio de 2011

Requiem

Planeamos con solicitud y paciencia la muerte de Julio. Lo llevaríamos al centro de la Rayuela después de prometerle el cielo, habríamos atravesado juntos los pasajes, habríamos recordado el club de la Serpiente, la persistencia de la melodía, el jazz, los infinitivos, los punto y aparte que no conducen a ningún lugar. Yo no diría nada, lo miraría con complicidad, con el ojo de cíclope que tanto ama y le mordería el hombro si fuera necesario, cualquier cosa por matar a Julio. (En el centro, sobre los números 4 y 5 me esperaría él para terminar el asesinato). Saldríamos del puente y Julio pisaría el número 1 y el 2, me invitaría a acompañarlo, a recitar los números en francés. Yo lo haría, haría cualquier cosa que fuera necesaria, aunque después sobrevinieran el vómito y el oprobio.
De los números 4 y 5 surge mi cómplice y libera las pelusas blancas. Los 11 conejitos lo olisquean rápido y comienzan a devorarlo. Creo que Julio ha comenzado a reírse como si le hicieran cosquillas. No sé cuándo ni cómo habrá empezado a comprender el resto.

4 comentarios:

lu dijo...

Buenísimo Caro! Julito cocinado en su propia salsa. sí, sí, hay que "matar al padre".

pilar dijo...

Era lo que muchos estábamos esperando. Sorolla y Cimadevilla le agradecen a MAranguello.

lau dijo...

me hiciste reir jaja
abrazo!

Anónimo dijo...

genial Carito! Julio muerto en una Rayuela... genial
me encanta tu decir
besos
Adri