jueves, 22 de diciembre de 2011

Chauuuuu 2011, no te banco más! gracias a la gente que estuvo migrando entre las islas; a los prestadores de libros; a los melones, que aparecieron; a Pelufo, que acaba de llamarme por teléfono (y le corté); a los borregos que muchas mañanas me disipaban la tristeza y otras...no; al casi Chavo-Roberto Bolaño, a los guachiturros, a Pato el vecino y su música variada, a los amigos del mundo grietístico-foto-letras-etc-, a los viajes que haremos, gracias a la Diosa Milanesa que me alimentó los últimos días y gracias, gracias, al señor del pollo. chin chin! la navidad apesta pero qué bueno haber compartido otros días no-navideños con algunos de ustedes!

martes, 20 de diciembre de 2011

En Cósmiko, el domingo. Paredes de bosque. (foto de Mati-Cris)

sábado, 17 de diciembre de 2011

Revista Mima en Cósmiko!

El año se termina. La gente se apura para juntarse, se rejunta, se amontona, se desplaza, se fuga, vuelve, se embriaga, se descompone, se recompone, canta, come, danza, se embriaga, odia y ama, escribe, rompe papeles, pinta, se reacomoda, se muda, se muda!, se enciende, calla, choca, se recibe, se estira, presenta revistas. La gente presenta revistas y las re-presenta, en todos los sentidos de la palabra. Este domingo 18 de diciembre, domingo despelotadísimo y lleno de cosas, volvemos a presentar, de otro modo, con otra gente, la Revista MIMA. Una revista que muta. Esta vez sumergidos en los fuegos fatuos del pantano del Festín MUTANTE en Cósmiko (12 entre 71 y 72). Los esperamos!

jueves, 8 de diciembre de 2011

revista MIMA. Una revista que MUTA




-mimi?
-mi-ma
-mami?
-mi mamá no me mima
-mamut?
-mutante!!!!!
-mimut? mumín?
-muta
-muta mi?
-muta-mos
-mutamelamima
-muuuuuuu
-mima!!
-mima, pero muta.


Ayer presentamos la Revista Mima en el Galpón de la Grieta, hubo canciones chilenas interpretadas por el efímero, pero no menos intenso, grupo musical "lectu-party", proyecciones y baile hasta altas horas de la noche. Hubo, antes, tardes y noches de reuniones, derivas de mails, búsqueda de imágenes, de textos, de reseñas, conversaciones, rescate de tertulias y demás. Hay, siempre detrás de estas cosas, un principio de verosimilitud que las vuelve posibles, y entrañables.
Así es que por este medio oblicuo y medio azaroso que es un blog (ahora que todo es Facebook...) agradezco a los compas del taller que se comprometieron tanto con todo esto y me ayudarona salir de la desidia-literaria en la que estaba/estoy estando.

comparto con ustedes un texto que "presenta" la revista y una de las imágenes que forma parte de ella. Los invito a clickear en el nombre de la revista, a chusmearla y a comentar qué les parece, cómo imaginan el futuro número atmósfera-verano, etc etc.
Saludos contentos!

"Mima, la revista que Muta, es la revista del taller de literatura de adultos de La Grieta. Es una revista hecha con el impulso de una constelación poética en dónde la amistad, las derivas, los hallazgos, los debates se entrecruzan. La revista es un punto de partida para la producción de textos, y el diálogo con más lenguajes. Un modo de expresarnos. Y es un punto de partida hacia "afuera" del taller, hacia el universo de lo público en el que los lectores y lectoras puedan sumar impresiones, recordar alguna cita, compartir nuestras palabras.
Pensamos secciones que están en construcción.... Con el constante murmullo de lo que cambia salimos a encontrarnos con lo otro, con lo que está ahí y nos aguarda.
La revista trabajará atmósferas -zonas. El primer número la atmósfera es Chile, por la multiplicidad de resonancias que ha hecho su literatura, su vida política, el Chile desde acá y desde otros sitios en los que encontramos errantes y fugas. Los números siguientes parten de dos palabras imágenes: verano e imperio. Añoramos en el 2012 además llevar la revista a la imprenta y transformarla en un objeto para tocar, leer y mirar."

lunes, 5 de diciembre de 2011

culto al sin título, sin título








acrílico sobre lienzo. medidas que no recuerdo.

lunes, 28 de noviembre de 2011

para volver.



dos cosas.
Este viernes 2 de diciembre habrá muestra del taller de Pintura,a las 20:00 hs en CEFOA. Están todos invitados a darse una vuelta!

MUESTRA TALLER RUBÍN 2011
"CONVERGENCIAS"
EXPONEN: Ana Bedogni; Ángela Períes; Alicia Zulián; Beatris Soler Vera; Carolina Maranguello; Florencia Bernat; Florencia Della Vedova; Giovanna Cascino; Graciela de la Torre; Graciela Guerrini; Guido Zacaría; Gustavo Viollaz; Juan Robacio; Karina d´Alfonso; Liliana Patelli; Lucy Cicatelli; Luis Eduardo Caicedo; Luisina de la Serna; María Altamira; Melisa Salinas; Miguel Salinas; Mirta Martins; Mónica Broilo; Norma Camardo; Patricia Pirotta; Silvina Cao; Sofía Zaslascky; Teresa Senra; Valeria Lefebre; Viviana Scilingo; Yolanda Ruiz.
Inaugura Viernes 2 de DICIEMBRE 20hs.
CeFoa 11 y 58

proximamente...Revista MIMA...

viernes, 4 de noviembre de 2011

Se suspende la Fiesta de La Grieta- Mateada el sábado

Hola gente, quería avisarles que se suspende la Fiesta de La Grieta este viernes. Los invito a darse una vuelta por el Galpón el sábado!




El domingo en la madrugada un incendió afectó parte de uno de los talleres en el Galpón y toda la instalación eléctrica.
Es tanta la onda y los ofrecimientos generosos que hemos recibido de los amigos, vecinos, los alumnos y sus papás,
compañeros, parientes... que hemos decidio ESTE SÁBADO DESDE LAS 15HS HACER UNA MATEADA CON TORTAS
para celebrar la solidaridad, la generosidad y la amistad.
Traé tu equipo de mate y algo dulce para compartir!
Invitaremos a algunos amigos para que pinten con nosotros y los chicos los muros del galpón
También pondremos una alcancía porque hay muchos que insisten en colaborar.
Muchísimas gracias a todos!
UN ABRAZO
La Grieta

jueves, 27 de octubre de 2011

FIESTA EN LA GRIETA!!!!!!!!


Genti! el VIERNES 4 de NOVIEMBRE se viene una megafiesta en la Grieta, para todos aquellos que preguntaban, ¿Y cuándo hace fiesta La Grieta?, para los nostálgicos que rememoraban el baile delirante hasta las 7 de la mañana y el galpón amanecido de pájaros y serpentinas, para los que simplemente gustan de las fiestas, VUELVE la música y el baile al Galpón!!

Quedan todos invitadísimos!!!!
El precio de la entrada es brevísimo, insignificante, una babita de caracol nonato, (10 pe' anticipadas, 15 en puerta. porque hablemos en serio, qué se puede comprar hoy en día con 10 pesos? una botella de gaseosa por la mitad, 7 cuadras de taxi, un cordón de zapatilla, 30 páginas de un libro?) pero nos va a dar una mano para encarar futuras publicaciones en el taller, así que agradecida a todos los que vayan!!!

Un abrazo alegre y espero verlos!!
Tengo entradas anticipadas para vender, el que quiere me avisa por correo o me manda un mensajito!

sábado, 22 de octubre de 2011

a l e r g i a

ir borrando, una a una, las islas rojas
que aparecen en los brazos
migrantes
en las piernas las articulaciones
el interior del cuello
ir borrando
el vocabulario monstruoso y vagamente aprendido
y también
los declives los relieves
la duplicación afiebrada de los huesos
la luminosidad del nosotros inclusivo.

lunes, 10 de octubre de 2011

2 o 3 variaciones sobre el río


La primera:
Estoy viendo Historias extraordinarias, recomendación de Pablo. La película, de alguna vaga manera, me recuerda porqué estudio letras, o porqué a pesar de todo, me sigue gustando la carrera, pero sobretodo, porqué me gustan las historias, qué busco...y creo que se trata de los modos, los modos en los que se cuentan las historias, que haya situaciones así, en las que a tres personjes, X, Z, H, les ocurran cosas, y una forma inquietante de contarlo. Se me ocurren dos cosas al pensar en estas "funciones de personajes", un cuento genial de Bolaño "Últimos atardeceres en la tierra",y algunas historias de Kafka. Pienso en las historias que se construyen con estos personajes en retiro, del que sólo quedan algunas letras, pero que son más que meras "funciones-personaje" y más que formalismos a lo Macedonio, porque de alguna manera están ahí formando parte del magma de la historia, porque están como en el borde de lo inminente. Por un lado eso, personajes en el estado de irse. Por el otro, las torpezas. El cuento de Bolaño y esta primera parte de Historias extraordinarias, y quizás Kafka, se traman sobre las torpezas y los equívocos, como si el relato fuera una capa delgada que siempre podría no haber sido de no ser por la torpeza cometida por Z, como si fuera un relato que está en riesgo o que se funda en esa pequeña falla o en gestos que podrían haber pasado inadvertidos. Pienso en algunas de estas cosas, mientras miro la película, y como,y reviso mails, y de repente aparece una secuencia sobre el río, que si bien es acorde con el resto de la película, introduce un "tono" nuevo, una reflexión, no mucho menos ascética que el resto de los comentarios de la voz del narrador, pero sí más contundente. La copio aquí abajo:

00:56:07 “Ya hace casi 6 horas que H está en el medio del río, cualquier problema que pudiera temer, ha desaparecido. Factorovich lo había llenado de recomendaciones: la corriente, los remolinos, los alambrados, los troncos, el nivel del agua… no pasó nada, los ha visto esfumarse uno por uno, el río es tan manso y tranquilo como un camino de tierra en el medio del campo. H piensa, si esto sigue así será el dinero más fácil que haya ganado en toda mi vida y agrega, y el más absurdo, y el más ridículo.
Antes de partir alguien le había dicho: no esperes gran cosa del río, no es lo que te imaginás, no es un río correntoso como los del sur ni es un río enigmático y profundo como los del norte. No esperes aventuras, es un río de llanura, apenas un montón de agua parda y tibia que baja como dormida hacia el mar. Es un río del desierto, apenas una raya en el mapa, apenas una aguada para que se refresquen las vacas sueltas, apenas un trámite. No esperes sorpresas. Cada tanto habrá alguna arboleda, cada tanto algún molino, cada tanto algún viejo puente por el que alguna vez pasó el tren, nada más.
Vas como dormido, como si anduvieras en el medio de la nada, como si anduvieras de noche, vas casi sin pensar, como el ganado y como si fuera un camino abandonado por el que ya no va nadie. Al río tampoco va nadie, ¿para que van a ir? acordáte, no esperes gran cosa. En el río no hay nada.” 00:57:28



La segunda, una poesía de Juan L.:


Fui al río

Fui al río, y lo sentía
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía
cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,
pero no podía.

Regresaba
-¿Era yo el que regresaba?-
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
Me atravesaba un río, me atravesaba un río!

La tercera:
estado intersticial de La Plata un lunes feriado bajo el efecto de corticoides.
El cielo gris. los sonidos de afuera y de dentro, apagados.
algunos destellos de los árboles, la copa verde contra los edificios y el cielo.
Algo le va a pasar a H en el río.

miércoles, 5 de octubre de 2011

días de excpeción

días de...
alergia. madre.cumpleaños de 15.dolor muscular.verano.alquileres.trámites.impuestos.lecturas.clases. .tesis.fiebre.escuela.bolaño.talleres.proyectos.extrañamientos.vueltas.
alergia.falta de termotanque.óxido.óxido.ollas.médicos.dermatóloga.vueltas.
clínico.ioma. bono a?.bono b?.instituto médico platense.consultorio.cetiridizina.
guardia.dolor de. el español.alergia.manchas.no dormir.búsquedas.optamox.
búsquedas.plan de.beca.cama.reposo.tensión.alergia.inexplicable.virus.ibuprofeno.

hay que parar.

mientras tanto, como dice Pablo citando a Bolaño, la poesía y los amigos protegen.

domingo, 18 de septiembre de 2011

despiste en tiempo y espacio

Pili me lee lo siguiente:
"Lo mismo ocurre, seguramente, cuando uno va viajando sin pararse por la vida. Las referencias se alejan como los árboles a los costados del coche que va corriendo por la autopista y, sin que nos demos cuenta, la velocidad del tiempo se acelera y aumenta de manera paralela a la de nuestra propia vida. Pero un día nos paramos, como el viajero que se detiene a contemplar el paisaje al borde de la autopista, y entonces nos damos cuenta del trayecto que hemos hecho y de las cosas que hemos perdido y nos invade de golpe todo ese vértigo que, mientras nosotros también corríamos, no habíamos advertido: el vértigo del tiempo y el del paisaje, que huyen." Julio Llamazares- Escenas de cine mudo

me vuelven a asaltar las mismas preguntas/constataciones
Hace ya un año que...?
Hace casi tres que ( )?
ocho años de lo otro?
vértigo al despertarse y al filo de la siesta por la que se desciende
vértigo de los días
en el medio, que al menos haya cosas que pesen y desplacen aire

jueves, 15 de septiembre de 2011

SUENA + MÚSICA este Viernes!



Mañana viernes unos amigos inauguran la Muestra "Aproximación al espacio" en Vendrás alguna vez (2 n 1029 e/ 53 y 54). Además tocarán unos amigos de La Pampa, Cucu Howes y Fernando Baes, y oriundo de La Plata, el Rulo Pereyra. Habrá vinito y cosas ricas para picar!

sábado, 10 de septiembre de 2011

El último de los cinco tiempos

Viene de acá.

5.
A esta hora uno pierde las esperanzas. A las tres o a las cuatro de la mañana todavía se puede tensar el hilo hacia el otro día, queda espacio de noche porque todavía la luz es azul y se oyen los sonidos de la ciudad que duerme. Hasta las 4 de la mañana, máximo hasta las cuatro y media, uno puede tener confianza y creer que va a poder conciliar el sueño, porque aún se está de este lado del día, aún se está en el día anterior, pero pasada esa hora, se vuelve hasta ocioso dormirse, y es cuestión de que el cielo comience a clarear para que uno se sienta un completo idiota. Sin embargo me resisto a incorporarme al día, no me voy a servir un vaso de agua, no voy a prender la televisión, no voy a leer ni a escribir, no voy a consumar la venganza de llamar a Taveira en plena noche, no voy a forzar el recuerdo de cosas inútiles ni voy a fumar. Me voy a mantener así, espero que sin acalambrarme, atento al movimiento del abdomen y voy a borrar, a fuerza de tanto mirar, las cosas de esta habitación. Empezaré por la estantería que ahora comienza a dibujarse un poco más claramente, mal alumbrada por la primera luz fría del amanecer, y cuando no quede más nada me voy a levantar, voy a cancelar mi compromiso con el tío de Fernando, voy a romper la lista de compras que dejó María y empezaré a extraer, uno a uno, los mil dientes de Auxilio, y en cada diente habrá un ojo o la imagen de un ojo que bulle y desaparece, y cuando llegue al último, podré dormir.

martes, 6 de septiembre de 2011

4.Mañana

Viene de acá.

“Mañana”. La palabra comienza a tornarse nociva. El mañana debería construirse de golpe a las 8 o 9, después del sueño, cuando ha habido noche o al menos sensación de haber dormido. Pienso en las actividades de mañana y me imagino escribiéndolas en un cuadernito. Responder los mails, terminar la escultura de Auxilio Lacouture, traducir la lista de compras que dejó María, acompañar al tío de Fernando al aeropuerto. Pienso, debería leer para que sobrevenga el sueño, porque de hecho, hay una parte de mí que ya está dormida, la espalda y las sienes, la piel blanda de atrás de las rodillas y los talones, sin embargo, otras partes del cuerpo me impulsan hacia arriba. Me impongo un tema para dormirme. Mañana debería terminar de pulir las partes sobresalientes del cuerpo de Auxilio. La hice con sus piernas levantadas sobre el inodoro, y los calzones bajos, aferrada al libro de poesías de Pedro Garfias, absorta en el ruido de las botas del soldado que se acercaba al wáter en el que ella permanecía, escondida, pero a la vez, desafiante, protegiendo, como ella decía, como decía Bolaño, el último reducto de la autonomía de la UNAM. A ella con su pelo corto de escocesa o de navegante, la hice con la boca cerrada. En ese momento Auxilio todavía conservaba sus dientes, sólo más tarde los iría perdiendo y ganaría en cambio la costumbre de taparse la boca para hablar o sonreir.
A decir verdad, creo que nos separamos en el momento adecuado. Ella era buena como modelo para mi escultura de Auxilio Lacouture, parecida físicamente a como yo me imaginaba al personaje, quizás levemente diferente la estatura y el pelo, más expresiva, pero con la misma contextura física y el mismo aire voluntarioso y un poco frenético, no de poemas en su caso, más bien de excavaciones y viajes, pero igual en la constancia y la resistencia frente al absurdo. Las sesiones de modelaje eran largas, la hacía sostener el libro con la bombacha esposándole los tobillos, y ella aprovechaba a leer de verdad, y aunque se cansaba bastante rápido porque la posición era incómoda, siempre lograba volver a colocarse de la misma manera en la que estaba, con los codos un poco abiertos, casi como si pensara en cobrar vuelo, los talones levemente levantados, las rodillas hacia afuera, apuntando cada una hacia lados opuestos, y la cabeza baja, pero lo suficiente como para verla, atenta al libro. Mañana terminaré la escultura de Auxilio y además de pulir el brazo izquierdo debería introducir, ahora que ya ha terminado todo, el tiempo futuro en el que Auxilio pierde sus dientes. Debería poder señalarle al espectador que en su boca cerrada está el tiempo del hueco. A Irene le hubiera producido risa esa idea, me hubiera desafiado con la parte de su racionalismo más exigente. ¿Cómo vas a indicar que el personaje perdió sus dientes si la hiciste con la boca cerrada? Pero Auxilio me comprendería. Auxilio me comprenderá y mañana me abrirá su boca con una sonrisa para que yo extraiga de ella, no sólo sus cuatro dientes, no sólo el parecido del rostro de Irene, sino cualquier futuro, porque todas las veces que diga “mañana” mientras orina o lee en el water de la facultad de filosofía y letras de la UNAM, todos los mañanas ya habrán caído estrepitosamente por el hueco de su boca.

lunes, 5 de septiembre de 2011

3.La serie


Viene de acá

Ayer Taveira me decía: los durmientes de Bacon sí que saben dormir. Los hijos de puta están atravesados por el sueño, desgajados del mundo (esto no lo decía Taveira, lo digo o lo traduzco yo). El tipo pintó la violencia del dormir, debió haber usado como modelo a tipos extenuados de laburo. Les habrá pedido que durmieran mientras él los pintaba, como le pedía a esos chicos con problemas motrices que se arrastraran, para captar la miseria o la fragmentación. Y Taveira terminaba su crítica de pintura con una frase rutilante “Bacon no debió haber sufrido de insomnio”. Yo no sé, miro la serie de los durmientes y me parece que esos hombres no descansan. Me parece que en cada músculo desfasado, que en cada pincelada parcial, hay un ojo despierto y alucinado reviviendo el día, terriblemente asustado. Me parece que lo que Bacon pinta no es el dormir sino el terror del sueño y la imposibilidad absoluta del descanso, y pienso que Bacon debió haber sido un insomne y es más, un insomne voluntario y metódico de la vigilia. Pero yo, que no soy Bacon, aunque por momentos tenga la misma cara de loco o de desgraciado, quisiera si fuera posible, dormir, y apagar, aunque sea por unas horas, el recuerdo.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Historia en cinco tiempos


2.Los bordes (viene de acá)

Para Lu, que me habló de los bordes

Apago la luz. Las cosas ahora se definen por sus contornos azules y difusos. La ventana, situada a la izquierda, desprende el resplandor de las cosas que se apagan. La luz mínima y precisa para que el mundo no caiga estrepitosamente en la nada, la luz que sostiene, desde los costados, azul y parpadeante, los objetos de la habitación y mi propio volumen que emerge como un sobre-relieve sobre la cama. El sueño lo borrará todo. Los hombres deben dormir con los brazos abiertos, con el rostro desencajado, ausentes de toda preocupación. Pienso en mi manera de dormir y me avergüenzo ¿Qué diría Taveira si conociera o sospechara mi postura nocturna, mi forma de replegarme como un inmenso muñeco para armar? Vigilo entonces las formas que adquiere mi cuerpo, dispuesto a dormir, y corrijo: los maxilares apretados, los distiendo; el brazo debajo de la cabeza, forzando el hombro, lo dejo al costado del cuerpo; una pierna sobre la otra, las separo; el abdomen sin aire, lo lleno; los ojos abiertos, no puedo cerrarlos.
Me parecía que un hombre debería dormir como si cada músculo de su cuerpo pudiera descomponerse y dejarse a un costado, abandonado de los problemas, que había que dormir como una bestia, roncar, transpirar y olvidarse de todo. Taveira y Fernando duermen así, los he visto y los he envidiado. Pero estoy, esta noche, lúcido, seco y plegado.
No toco los bordes del sueño o mejor, me sostengo mal sobre uno de sus bordes más predecibles: el ritual de acostarse. Toso y me doy vuelta. El resto del colchón está saturado de cosas, principalmente ropa sucia, unos libros, los cigarrillos, la linterna. Cuando era chico le tenía terror a la parte vacía de la cama grande de mi madre, porque allí, lo sabía, estaría esperándome el espíritu de alguna niña muerta o la misma Ester, dormida por las pastillas, o lo que era peor, la superficie intacta y fría del colchón, la superficie eléctrica que me expulsaba y me sacaba del sueño.
Hay un borde de lo que no se nombra.
Cierro los ojos. Hay: la sombra puntiaguda de una paloma que vi hoy a la tarde; senos cortados, de los pezones sale la sangre a presión y mancha el espejo; la luz del mediodía rebotando sobre la puerta del auto; la mujer de la bicicleta; ella y Ester diminutas sobre un barco; el perfil de Taveira más arruinado que nunca; un balazo, el accidente; sus pies mojados; el paseo del domingo; la mierda.
Abro mis ojos.

jueves, 25 de agosto de 2011

carta

Acuso recibo de correspondencia desde la Antártida.
Tu sobre no pesa casi nada, me gusta que haya venido ligero de palabras y con esa tortuga marina dibujada en el reverso interior.
Debo decir que me causó un leve vértigo descubrir tu letra tan parecida, y a la vez, diferente, pero reconozco tu estilo por los infinitivos y la vocación de no decir nada.
A la brevedad enviaré postal con saludos correspondientes.
te abraza. D.

sábado, 20 de agosto de 2011

1.Lo que no duerme

Hacia el costado sube la columna de humo del último cigarrillo. Podría estar en Budapest o afuera de un bar a la caída de la tarde, pero no. No estoy. Desde el punto en el que estoy intuyo la franja naranja y su voz aguda alzándose por encima del agua y convirtiéndose en una burbuja o en la respiración del ahogado.
Es la segunda vez que se me cae el cigarrillo. Lo sostengo, ahora, como si fuera una extensión irreal de mis dedos o como si se hubiera abierto, como algo natural, un hueco humeante en mis manos por el que respirara, confundida, la angustia. Desecho la metáfora. No tengo el interior humeante, sería más exacto pensar en una masa convulsa que se junta y se separa generando huecos y saturaciones de músculos, sangre, vasos sanguíneos, pliegues. Retomo un pensamiento de la mañana, a propósito de un comentario que hicieron Fernando y Taveira unos días atrás, qué ocurre cuando sólo una parte del cuerpo late como si allí residiera o hubiera migrado, impredecible, el corazón. Entonces no sé porqué esta mañana vine a pensar en las tortugas y los caparazones y pensé que allí debía residir su corazón milenario y un poco reseco, su corazón hexagonal que se detiene cuando se da vuelta, y pensaba en el instinto o la cobardía de las tortugas, que ante las situaciones de peligro, meten las extremidades en el caparazón, y en que en realidad van a reencontrarse con el depositario de sus fuerzas y se dan ánimo frente al corazón diminuto y palpitante, que flota, o mejor, se suspende, bajo la carcasa tosca que mal o bien, lo protege.
Empiezo a masturbarme pero sin deseo. En vano la imagino medio desnuda y reclinada al borde de la pileta, y después, en vano, fuerzo el recuerdo obseno, porque a partir de ayer se ha descompuesto el delicado sistema que la hacía posible. Ahora, cuando seguramente estará nadando o ya yéndose a su casa, o pasando por lo de su mamá a dejar los libros, está siendo aquello que no se sabe, lo que ya no se sabrá, estará en los modos del desconocimiento, y por eso, el deseo, que parece más bien una fuerza suplementaria o un apéndice, y que no tiene de dónde agarrarse, desaparece. En la parte activa que ha quedado, en la parte despierta después de que ha volado la represa llevándose todo, yo soy lo que no duerme.



fotos de emma y pili.

Punta Lara. Mar del Plata. Mar báltico.

viernes, 19 de agosto de 2011

casa



domingo, 7 de agosto de 2011

¿Qué sale de la mezcla de Clarice Lispector y Elis Regina?
Regina Spektor

(disculpas... chiste de medianoche, té de manzanilla de por medio)

viernes, 5 de agosto de 2011

En la mañana

Con Pao, Rochi y Pili hicimos En la mañana, un pequeño librito con fotos, imágenes y textos y este año participamos de la Feria de Libros de Fotos de Autor (FELIFA). Los invitamos a que se den una vuelta por allí!

"Cómo sería si pudiera mostrarte un sueño en imágenes.
En los sueños se aparece en y se pasa hacia otros lugares.
El sueño sustrae los pasajes entre un espacio y el otro.
Se cuenta al despertar mientras todavía bullen las imágenes,
antes de que desaparezcan del todo.
Se recupera en presente, en un relato que está siempre a medio terminar"





jueves, 28 de julio de 2011

De visita por San Luis

Ironías: Crónica de un sábado en Estancia Grande
Escrito por Sonia Álvarez, secretaria de Prensa y difusión de ASDE

Martes 26 de Julio de 2011 06:26
Al llegar a Estancia Grande, provincia de San Luis, el agua juega por curvilíneos canales cementicios y entre esculturas de hierro y madera. Cientos de pensamientos en flor y cascadas bajan de la montaña y bañan los costados de acceso a la localidad. El sonido del agua invade y da sensación de frescura y belleza en medio de un bosque de árboles grandes que sortea un deck de madera. Los turistas sacan fotos, admirados, pero serios.

Nadie habla fuerte ni dice una palabra de más, ¡silencio!, estamos cerca de la casa del Gobernador Alberto Rodríguez Saá.

Ni un solo papel vuela en las inmediaciones y nos resulta tan extraño, pues como Villamercedinos estamos acostumbrados a tragar tierra y bocanadas de aire putrefacto provenientes de algunas fábricas, piletones cloacales o del feedlot, por eso nos sentirnos desorientados y ajenos. Estamos tan habituados al desborde cloacal de las esquinas, las bolsas de nylon pegadas a los alambrados y de la basura rota por los perros que ya todo lo descripto es parte natural del paisaje. En Estancia Grande, la realidad es otra, los desperdicios hasta se clasifican. Nos miramos unos a otros sin saber qué hacer ni hacia dónde ir.

Las calles adoquinadas e iluminadas por farolas, se bifurcan en dos. Una hacia el Potrero de los Funes y otra, ya ni siquiera importa. Acostumbrados a 6 o 7 centímetros menos del asfalto que corresponde -pero que se nos cobra-, a las calles de tierra, a los barriales inaccesibles de algunos barrios y las lucecitas que se agitan tristemente con el viento a escasos pasos del centro de la ciudad, y a pocas cuadras de la autopista iluminada, hace que, poco a poco, la indignación crezca.

A los pocos minutos, y tal vez apiadados de nosotros, quienes ofician de guías turísticos nos acercan un mapa de los pub, restó o pulperías que existen en el lugar. Es la hora de comer, tenemos hambre, pero no podemos sentarnos a pagar la comida de ningún chef, no nos alcanza.

También nos entregan una publicación, en forma de diario llamado “El Cartero de Estancia Grande”, Año 3, Nº 27, en cuyas hojas es imposible encontrar el staff de periodistas, o editorial que lo imprime. La primera plana dice en letras de molde: MÁS SEGURIDAD. Y la bajada añade: “Estancia Grande recibió 10 nuevos efectivos y dos móviles policiales para la comisaría de la comunidad”. La fotografía principal muestra dos camionetas y varios efectivos formados. Tienen más efectivos y vehículos que cualquiera de los barrios en los que vivimos.

En la página 3, se ve al candidato a gobernador y actual Jefe de Gabinete, Claudio Poggi, entregar las llaves de las camionetas al Jefe del destacamento y el redactor agrega lleno de júbilo: “un verdadero logro para la localidad que sigue apostando por el crecimiento y el desarrollo.”

Y al parecer la Dra. Berta Arenas había expresado: “Estas giras institucionales tienen como finalidad estar más cerca de la gente en cada rincón de la provincia y transparentar todas las acciones y políticas que el Gobierno lleva adelante.”

Hay otros titulares: “El equipo de Estancia Grande, venció a Huracán”. Pero llama la atención el siguiente: “La reunión de la comunidad para juntar fondos en beneficio de la fundación Pioneros de Estancia Grande fue todo un éxito”.

Nosotros buscábamos la Estancia la Camila, a la familia Escudero, víctimas de las expropiaciones de un Gobernador que manda a incendiar campos para que los viejos habitantes del lugar, huyan despavoridos ya que se niegan a dejar el lugar donde han nacido. O bien arroja adultos, niños y ancianos a la calle y demuele sus casas de 20 años, porque le afean la vista de su enorme torre de cristal en Terrazas del Portezuelo.

Evidentemente, en este entorno negado a la mayoría de los sanluiseños, por su lujo y precios, no encontraríamos a la Familia Escudero. Ellos y todas las demás familias víctimas de las expropiaciones no fueron considerados pioneros. Algunos ya no viven allí, algunos ya fueron corridos por las topadoras, sus animales robados y los cimientos de sus casas enterrados para la curiosidad de futuros arqueólogos.

Finalmente, nos indicaron el camino, no era lejos; frente a un edificio en construcción, imponente en medio de la nada, está La Camila y en la puerta estaban también las dos camionetas entregadas por Poggi impidiendo la entrada de vehículos a La Camila. Claro, la publicación de 16 hojas no aclaró para seguridad de quiénes estaban destinadas. También comprobamos allí que tan cerca de la gente quería estar el gobierno según la Dra. Arenas.

Luego de varias comunicaciones por radio y celular, los policías destinados a la “seguridad de la comunidad”, nos dejaron pasar pero sin los autos.
Caminamos unas 2 cuadras, las huellas de las palas de las topadoras aún eran visibles. Cuando llegamos la familia nos recibió, hablamos, tomamos mate. Más tarde llegaría Mario Escudero hijo, profesor de Lengua y Literatura que venía de recorrer el campo, sediento pero hospitalario. Nos contó todo. Nos mostró papeles. Tiene pocas horas de sueño encima, la vigilia del día anterior ha sido larga y han estado bien acompañados por la gente que se acerca. Vemos el título de propiedad, el famoso decreto de expropiación, las demandas que han hecho, los papeles en orden.

Poco a poco se han ido levantando de las carpas los demás integrantes de la familia, saludando amablemente, prendiendo el fuego en tachos que ofician de cocinas improvisadas, colocando una parrilla encima para calentar la pava. El mate corre, caminando empieza a aparecer la gente, nadie con las manos vacías, y todos con el abrazo pronto y la cortesía de quienes en estos actos se reconocen como iguales.

La rueda es cada vez más grande, cumple años Cristobal Escudero. Don Mario ha llegado con dificultad, apoyado en una rama porque está recién operado del pie, ya no se acuerda qué fue de su bastón. Sin embargo está allí, defendiendo lo suyo.

La camaradería que existe conmueve. Todos ayudan, los niños juegan. Las nietas y bisnietos de Don Mario lo abrazan, le besan la cabeza. Las anécdotas de la resistencia se suceden: la noche del terror, del robo de 9 jamones, bondiolas, y chacinados que habían faenado, los animales que huyeron, “nos cortaron el agua y hasta la leña se llevaron” dice Don Escudero. “Entramos al otro día porque la gente quería entrar y desde entonces estamos aquí. Aquí pasamos la nieve y las heladas, nos dejaron con lo puesto. Una noche cercaron las entradas y era obvio que iban a reprimir, pero había periodistas con nosotros y no se animaron. Y también la gente se vino a romper el cerco policial. La gente nos ayudó”.

Todos tienen algo que contar, todos agradecen que se difunda lo que pasa. Todos se abrazan y se sonríen. Se sientan en troncos, en el piso o permanecen parados. De todos lados llega la ayuda. Hoy la familia se ha repartido ropa que donaron. Cerca, muy cerca, detrás de unos nylon que hacen de reparo al viento, se encuentran amontonados los escombros de lo que fue la casa.

La tarde declinaba tras un cerrito cuando nos despedimos. Ya en el auto leemos en la página 12 de EL CARTERO… la promoción de El libro de las virtudes de William J. Bennett que reunió en su libro cientos de textos de autores famosos “para hablarnos de las virtudes esenciales: la responsabilidad, el coraje, la compasión, la lealtad, el trabajo y la honestidad...” La recomendación termina diciendo: “los lectores descubrirán un tesoro de valores morales, fortaleza, sabiduría que los ayudará a tomar decisiones con generosidad y sentido ético…” Un libro que seguramente los Saá no leyeron, ni practicaron jamás, pero que seguramente toda la familia Escudero y todos los que dicen presentes todos los días en La Camila, podrían dar cátedra, inclusive al autor del libro.

Hoy a ningún sanluiseño le extrañaría que Alberto Rodríguez Saá haya aprendido a tocar la lira y componga horrorosos poemas que cantará desde lo alto de su torre de cristal, mientras Roma/San Luis arda para reconstruirla a su antojo y para gloria de la que hablarán las generaciones venideras.

LEVANTÁ LA CABEZA, LA RESIGNACIÓN TE HUMILLA, LA NEGACIÓN TE VENCE, LA INDIFERENCIA DEJA QUE LA HISTORIA TE PASE DE LADO Y AL IGUAL QUE LA OBSECUENCIA, TE CONVIERTE EN CULPABLE DE LAS CONSECUENCIAS.

sábado, 23 de julio de 2011

declaraciones

La niña vieja pasa 15 horas frente a canal 13. Busca la diferencia pero no la encuentra. Un atrofiado mental, dos atrofiados mentales, 3, 4, 5, pantomima del canto y del baile. Los soñadores? La niña vieja leyó un ensayo sobre el insomnio y pensó una venganza efímera. Se le quedó una pregunta atravesada “¿Qué es lo que no duerme?”, pero sólo porque le fascina el artículo neutro. Sí, te fascina, dice Napoleón, porque es una forma de no decir nada.- Me quedo quieta, el artículo neutro es un sillón gris al infinito.
Y hablando de puntos grises con Fantino, pienso, Deleuze, habrá formado el gris con rojo y verde? Es un punto gris productivo, el germen, estalla. El semen? Estalla. Tu voz es como el semen que estalla y se va apagando de a poquito, como la programación de telefé. Napoleón, no intervengas, no intervengan los emperadores, Tito Livio, te llamo al silencio. Oigo cómo se ducha. Imagino el recorrido del jabón y la forma en que la gota tibia se le queda suspendida entre las pestañas 8 y 9 de izquierda a derecha. Cuando termines vamos a hacer las compras y volvemos con la espalda combada y el delirio de tomates llenos de puntos negros. Hasta el infinito, compramos tomates y elegimos los más podridos, buscamos la podredumbre y el hongo y las muecas porque nos parece que es una forma de salirnos de lo neutro, tomate podrido versus lo. Lo que? Lo que no duerme, Napoleón, quédate quieto.
Rhea habrá salido con sus botitas de lluvia rosadas para llamar tu atención. No importa que sea una niña, sabe cómo llamar la atención de un pervertido. Se miran por la ventana y recordás, (quinta parte) cómo conociste a la Mujer invisible. El recuerdo te llena de una nostalgia pegajosa y subís el volumen, está Ricardo Fort. Te asombra lo flaco que está. La niña vieja mira hacia el mar. De pronto los tres, Rhea, la niña vieja y vos, imaginan el mar azotado por una lluvia que llega de más atrás, de una isla que es un sincretismo de tiempos, un llamado salvaje y fango. La niña vieja te mira y las pestañas se le van transformando en ramas de árboles en otoño. Te reís porque no soportas el romanticismo de adolescencia. Las ramas están como estalactitas perpendiculares al cuerpo erecto de la niña vieja que ahora hace como si tocara un piano invisible. Es un poco idiota pero hace buenos omelettes. Estornuda y las ramas vuelan por la habitación. Napoleón pasa como un fantasma para asustar a Rhea que se ha olvidado de conquistarte y mira sensualmente a Guillermo, el kiosquero de toda la vida. A Guillermo? Nena, qué caliente que estás. A Guillermo… podrías mirar a Napoleón o a Tito Livio. Hay un beso homosexual, Ricardo Fort se atreve y las mesas argentinas le dan la espalda, repudian con el ojo mientras suben el volumen.
La niña vieja se levanta y declara: yo me voy a Limmermok.

miércoles, 20 de julio de 2011

vértigo

vértigo
ante el cuerpo
del otro.

no saber
cómo
abordar
la rotación de los hombros
la inclinación de la espalda
el pie en escorzo
y la lengua tan invisible

trazar
manchas.ejes.
borrar.líneas y puntos.
vértigo ante el cuerpo
que desplaza aire
y pesa.

domingo, 26 de junio de 2011

sábado, 25 de junio de 2011

mundar la casa

Me dijeron que el chico Purdy vivía casi escondido en aquella casa. Salía recién a la tardecita a comprar algunas cosas y saludaba de lejos a Ester que siempre estaba afuera por aquellas horas. Suponemos que entre los dos podían haberse entendido, o al menos que su presencia constante en la puerta de su casa era otra forma de esconderse. Quiero decir, hacia afuera, una forma hacia afuera de esconderse. Por lo demás Ester estaba en la silla de ruedas y miraba. Era una calle de poco tránsito y las casas estaban rodeadas de álamos. Nos gustaba pasar por ahí sobre todo en otoño y mirar hacia arriba. Quiero decir, mirar con la cabeza hacia arriba las hojas que mientras más las mirábamos, más iban perdiendo sus formas precisas. No, no es lo que quiero decir, las hojas eran sumamente precisas pero nosotros pasábamos de mirar sus nervaduras y sus salientes a mirar los espacios de luz y cielo que quedaban entre ellas, entonces, ahí, perdían o perdíamos, nosotros, los contornos. Entonces, estaba diciendo que Ester se sentaba en la silla de ruedas y regaba la vereda. Cuando pasaba el chico Purdy ya no. A esa hora no tenía sentido porque lo que le gustaba, una vez me lo dijo, era dibujar con el agua y que coincidiera el dibujo con la sombra de las cosas. Los álamos pero también algún perro dormido o un auto estacionado, cualquier cosa. Entonces pensábamos que la casa de Ester era en realidad ese margen entre el interior, porque estaba por lo general detrás de la reja, y asomaba su mano, y el exterior, y que el chico Purdy había empezado, pensamos, a ser parte de la casa, parte del decorado móvil y silencioso, pero también algo más, quizás el recuerdo de una carretera en la noche o un cuerpo sobre el que Ester podría haber ejercido violencia, o no sabíamos que cosa de imprecisión, pero algo más también, en la forma en que se detenía a mirarla desde la esquina y por la manera en que sus ojos recorrían la superficie cromada de las ruedas y ascendían hasta el pecho cubierto de Ester y de ahí a su ojo o a su pelo.

martes, 7 de junio de 2011

Requiem

Planeamos con solicitud y paciencia la muerte de Julio. Lo llevaríamos al centro de la Rayuela después de prometerle el cielo, habríamos atravesado juntos los pasajes, habríamos recordado el club de la Serpiente, la persistencia de la melodía, el jazz, los infinitivos, los punto y aparte que no conducen a ningún lugar. Yo no diría nada, lo miraría con complicidad, con el ojo de cíclope que tanto ama y le mordería el hombro si fuera necesario, cualquier cosa por matar a Julio. (En el centro, sobre los números 4 y 5 me esperaría él para terminar el asesinato). Saldríamos del puente y Julio pisaría el número 1 y el 2, me invitaría a acompañarlo, a recitar los números en francés. Yo lo haría, haría cualquier cosa que fuera necesaria, aunque después sobrevinieran el vómito y el oprobio.
De los números 4 y 5 surge mi cómplice y libera las pelusas blancas. Los 11 conejitos lo olisquean rápido y comienzan a devorarlo. Creo que Julio ha comenzado a reírse como si le hicieran cosquillas. No sé cuándo ni cómo habrá empezado a comprender el resto.

martes, 31 de mayo de 2011

pasan y son dos



encontré un pez en la pared. Pili vio el otro.
La luz entra a las cinco de la tarde y baña el departamento. Ahora, que ya oscureció, los departamentos reverberan hacia afuera, como si trataran de devolver, aunque sea parcialmente, la luz que han estado recibiendo desde la mañana.

luces de la autopista.

Tengo ganas de escribir sobre las ventanas y las luces, sobre los modos en que ingresa y se deposita, sobre cómo se va modificando, las sombras, los dibujos. Invitolos, entonces, a que me cuenten cómo entra la luz en sus ventanas. La consigna es más o menos así:
8:00 am-tres cuartos de persiana baja: la luz de la mañana es fría y rectangular, porosa. Cae sobre el placard en forma oblicua y se va deshaciendo hacia la puerta. Allí queda sólo una zona imprecisa que no es ni luz ni sombra, un poco más cálida y densa. Hacia el mediodía, si me quedara en donde estoy, caería compacta sobre la mitad de mi cara y debería cerrar los ojos.

lunes, 16 de mayo de 2011

pez



soy el pez conjurador de los domingos.

viernes, 13 de mayo de 2011

Chile, a foco (1)

Somos tenaces y nos arrodillamos sobre la arena, de cara al mar. Lo vemos. Miriam lo toca con un palito que encontramos cuando veníamos hacia acá. Algunos se aburren, simplemente no ven, y miran en cambio el mar gigante y helado. Hacia el fondo se distinguen las cabezas macizas y geométricas de los témpanos de hielo.
Hemos caminado toda la noche movidos, no por la certidumbre, sino por el cansancio de las cosas reales. A unos diez centímetros de la arena, en ese espacio impreciso que no es ni mar ni costa, en ese espacio en el que se deposita la espuma del agua y en el cual se adivina la depresión del fondo, la erosión continua que moviliza las partículas, ahí, a diez centímetros o a veinte centímetros, estaba la tira angosta de carne, de ese color gris que adquiere la carne hervida, pero medio rosada también, flotando en un vaivén como si se hamacara. Miriam lo tocaba con el palito y de sus bordes se iban desprendiendo hilos de carne.
Amanecía sobre nuestras caras heladas pero no sentíamos frío porque ascendía, de la tira angosta sobre la que se iba depositando el sol, un calor que se nos acomodaba entre el cuerpo y la camisa. Amanecía sobre Chile. Desde ahí escuchábamos el despertar de la gente, subía el rumor de automóviles y de máquinas, la voz aguda de las mujeres, risas, movimiento de tazas en los cafés. No sabíamos cómo, digo, nunca supimos cómo acceder al centro crudo.
Ellos se levantaron, Miriam y yo los seguimos.


Quiero conocer Valparaíso y sus muros pintados. E invernar.

lunes, 9 de mayo de 2011

Hiroshima es tu nombre







Fragmento del guión Hiroshima mon amour, de Marguerite Duras- Película dirigida por Alain Resnais

Una voz de hombre, mate y sosegada, recitativa, anuncia:
EL. — Tú no has visto nada de Hiroshima. Nada.
Una voz de mujer, muy velada, igualmente mate, una voz de lectura recitativa, sin
puntuación, contesta:
ELLA. — Lo he visto todo. Todo.
Después vuelve a oírse la voz de la mujer, tranquila, igualmente recitativa y mate:
ELLA. — Por ejemplo, el hospital lo he visto. De eso estoy segura. Hay un hospital en
Hiroshima. ¿Cómo iba a poder dejar de verlo?
EL. — No has visto ningún hospital en Hiroshima. No has visto nada de Hiroshima.
ELLA. — Cuatro veces en el museo...
EL. — ¿Qué museo de Hiroshima?
ELLA. — Cuatro veces en el museo de Hiroshima. He visto a la gente paseando. Todo el
mundo pasea, pensativo, por en medio de las fotografías, las reconstituciones, a falta de
otra cosa, a través de las fotografías, las fotografías, las reconstituciones, a falta de otra
cosa, las explicaciones, a falta de otra cosa.
Cuatro veces en el museo de Hiroshima.
He contemplado a la gente. He mirado a mi vez, pensativamente, el hierro. El hierro
quemado. El hierro roto, el hierro que se ha hecho vulnerable como la carne. He visto
ramilletes de cápsulas, ¿quién iba a pensarlo? Pieles humanas flotantes, supervivientes,
con sus sufrimientos aún recientes. Piedras. Piedras quemadas. Piedras hechas añicos.
Cabelleras anónimas que las mujeres de Hiroshima encontraban enteras, caídas, por la
mañana al despertarse.
He tenido calor en la plaza de la Paz. Diez mil grados, en la plaza de la Paz. Ya lo sé. La
temperatura del sol, en la plaza de la Paz. ¿Cómo no lo iba a saber...? La hierba, es muy
sencillo...
EL. — Tú no has visto nada en Hiroshima, nada.
ELLA. — Las reconstituciones se han hecho lo más seriamente posible.
Las películas se han hecho lo más seriamente posible.
La ilusión, es muy sencillo, es tan perfecta que los turistas lloran.
Siempre puede uno burlarse, ¿pero qué otra cosa puede hacer un turista sino
precisamente eso, llorar?
ELLA.— [...sino precisamente llorar para soportar ese espectáculo abominable entre
todos. Y salir de él lo bastante entristecido como para no perder la razón.]
ELLA. — [La gente permanece allí, pensativa. Y sin ironía alguna, puede decirse que las
ocasiones de hacer pensar a la gente siempre son buenas. Y que los monumentos, de los
que algunas veces se sonríe uno, son sin embargo los mejores pretextos para esas
ocasiones...]
ELLA. — [Para esas ocasiones... de pensar. Generalmente, es verdad, cuando se le
presenta a uno la ocasión de pensar... con ese lujo... no se piensa nada.
Lo que no quita que el espectáculo de los demás, que se supone que están pensando, sea
alentador.]
ELLA. — La suerte de Hiroshima siempre me ha hecho llorar. Siempre.
EL. — No.
EL. — ¿Qué es lo que iba a hacerte llorar?
ELLA. — Yo vi los noticiarios.
Al segundo día, dice la historia, no me lo he inventado yo, desde el segundo dia,
determinadas especies animales resurgieron de las profundidades de la tierra y de las
cenizas.
Se fotografiaron perros.
Para siempre.
Los he visto.
He visto los noticiarios.
Los he visto.
Del primer día.
Del segundo día.
Del tercer día.
EL (interrumpiéndola). — No has visto nada. Nada.
ELLA. —... del quinceavo día también.
ELLA. — Yo no me he inventado nada.
EL. — Te lo has inventado todo.
ELLA. — Nada.
De la misma manera que existe esta ilusión en el amor, esta ilusión de ser capaz de no
olvidar nunca, también yo he tenido la ilusión ante Hiroshima de que jamás olvidaría.
Igual que en el amor.


ayer vi esta peli. Sería necesario quizás tener el audio en francés para comprender la contundencia y la belleza de las primeras frases, escandidas entre las imágenes de Hiroshima, en el medio de dos cuerpos dispares que se movían lentamente como si pensaran en la plaza a diez mil grados, la plaza a diez mil grados, como si cada uno estuviera, pegado al otro, lejos, cada uno en el lugar en el que estuvo cuando.
Ahí, a cada negación de la mirada le corresponde una imagen, pero es como una imagen obliterada de por sí, ya trunca desde el origen. La negación muestra que no se ve, a pesar de que se vea, muestra que de la superficie de imágenes, bajo la cual tendría que estar, creemos, la experiencia de Hiroshima, la experiencia de la guerra, no se extrae más que lenguaje. El lenguaje no restituye, no restituyen las imágenes. Sin embargo, queda un "resplandor" de realidad. De lo que no se ve de Hiroshima, alguien, ELLA, comienza a actualizar la historia, su historia, una experiencia de la guerra. ¿Qué es lo que se devuelve? Hay una amenaza siempre presente, el olvido. Pero hay un otro dispuesto a escuchar, hay un otro que mira y ama y se convierte o es convertido por ELLA que cuenta, alocadamente, febril, que restituye mientras olvida.
me quedo pensando también en algo que leí, El espectador emancipado de Jacques Rancière. Ahí Rancière se pregunta sobre "la imagen intolerable", es decir, sobre las imágenes que explícitamente nos colocan ante el horror, mutilaciones, enfermedades, hambre, guerra, etc. y reflexiona sobre el efecto que estas imágenes tienen sobre los espectadores. Si antes lo esperado era que colaboraran performativamente sobre el público, haciéndoles tomar consciencia de una situación y llamándolos a la acción, ahora ya no se espera eso. Lo importante, dice Rancière, no es la adecuación o inadecuación de las imágenes sino el dispositivo dentro del cual se las coloca. ¿Cómo el contexto formal y sensible en el que se insertan estas imágenes las prepara de otra manera para que sean observadas?
Si entendí bien el ensayo pienso que quizás las imágenes "intolerables" de Hiroshima (muy intolerables por momentos, o al menos para mi, que soy bastante floja para esas cosas), insertas en el dispositivo de otra historia, más mínima, contada casi toda sobre la piel de otra persona, ayuda a "ver" de otra manera. No creo de todos modos que sirva para cambiar demasiadas cosas, no creo, lamentablemente, que haya movilizado hasta la acción a las 14 personas que ayer nos reunimos en la Enseña de las tres Ranas y que nos fuimos casi de la misma manera en la que llegamos, pero quizás muestra otra manera de ver o al menos de reconocer lo que no vemos.
Me quedo con preguntas y con esa sensación de cuando recién se termina una canción, suspendida.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Chile

(de Chile no sé nada)
1-Un pedazo de carne, un bife angosto de fronteras indefinidas, entre rosado y gris, cocido en los bordes y crudo en el centro, resquebrajado y de tibio a frío. El pedazo de carne se mueve despacio sobre el mar helado al que le llega la primera claridad de la mañana.
2-Alguien que no vuelve.
3-Un grupo de muchachos que leen poesía en una casita en la que viven dos hermanas. Con una se acuestan, con la otra, no.
4-La lengua vertiginosa como el granizo.
5-El desierto y un nombre completo: Atacama.
6-Una mujer que se esconde en el baño de la escuela y se queda encerrada durante semanas mientras va siendo el golpe.
7-Canciones que desconozco.
8-Otra boca desenfrenada y magenta. Crónicas sobre sexualidad y política.
9-otro mar.
10-La réplica en miniatura de la muralla china, disuelta y carcomida por la fauna blanca de las colinas.

Para leer más decálogos sobre Chile, click aquí.

domingo, 24 de abril de 2011

si esto no es Puig...



(postal encontrada en la caja de fotos de mis abuelos)

jueves, 21 de abril de 2011

bordes de habla


dos cosas:
1-nunca duermo tan bien como cuando llego de viaje a mi casa en Villa.
2-estoy fascinada con estas ilustraciones de Katy Horan.

miércoles, 20 de abril de 2011

escena con un hombre que ríe

El hombre está sentado frente al mostrador. Mira por la ventana y después al resto de los compañeros. La luz se extingue gradualmente desde los pequeños escritorios ubicados al lado de la ventana hasta los más alejados. Las luces eléctricas que sobre estos últimos, caen, no son suficientes y descienden bastante mal sobre las cabezas de dos mujeres y tres hombres, uno de ellos es el chico nuevo que ha entrado hace poco. La lógica de la empresa es colocar a los más nuevos alejados de toda fuente de distracción, ya sea la puerta de entrada, la máquina de café o la ventana que da a la calle. Nadie se cuida del ventiluz que da sobre el jardín de invierno porque suponen, y suponen bastante bien, que nadie podría interesarse por el crecimiento imperceptible de las plantas, que nadie se molestaría en vigilar el recorrido incierto de una hormiga ni la fuga recalcitrante de las arañas.
Mientras responde el teléfono el hombre traza sobre el papel celeste dos líneas curvas enfrentadas. Se detiene y sonríe ante la insistencia cordial del hombre que tiene al otro lado de la línea. Reconoce, desde el fondo áspero pero amable de la voz, a su tío, el hermano de su padre con quien la familia no ha tenido contacto en años, después de un litigio por unas tierras en Santa Fé. Mientras el recuerdo emerge, el hombre reconoce en el dibujo un planeta que podría ser Mercurio, sólo que más liso y plano y rodeado de nubes. Las líneas no se tocan por lo que las dimensiones de esa tierra se expanden. El hombre dice: "Si ud. es responsable inscripto no hay problema, señor" y larga la carcajada. Es una carcajada completa de todos los dientes y de no haber entendido la distancia ni el silencio, pero completa y excenta de maldad, volcada de lleno sobre la cabeza seguramente cana o calva del tío extraño, exiliado o litigado.
Mientras se ríe se mueve nervioso en la silla giratoria y sube, desde abajo, el dolor del tobillo que se torció jugando al fútbol unos días antes, justo cuando el planeta pierde uno de sus polos porque el hombre ha rasgado el papel. El tío corta inmediatamente el teléfono, ofendido y sin entender nada. La carcajada sigue cayendo y baña la cabeza infantil que se asoma sobre el mostrador del hombre. El nene levanta del suelo el papel celeste con el polo sur de mercurio y se lo entrega. Vuelve con su madre que está sentada en las sillas, esperando su turno y estrujando el número 39.

domingo, 17 de abril de 2011


empezar a manchar.
la foto salió malísima, los colores están un poco más acá y un poco más allá, pero bueno...tensión entre lo imaginado y lo posible.

listas



lista de viaje
lista de supermercado
lista para la tesis
lista para la no tesis
lista de nombres
lista de lugares
lista de materiales
lista de calificaciones
lista de actividades
lista de cuentos
inventarios
enumeraciones
lista de infinitivos
vértigo vértigo
lista, para nada.

sábado, 16 de abril de 2011

terminar algo.

sábado, 9 de abril de 2011

Clarice

Cuando a Clarice Lispector sus hijos le pidieron que les contara un cuento que empezara con "Había una vez", les dijo:
"Había una vez un pájaro.Dios mio."
Me pasaron la data de esta nota que salió en Página 12. Me gustó y se las comparto aquí.

“Siempre fue y será una fiesta para mí cuando se rompe en casa un termómetro y se libera la gota gorda de mercurio plateado contenida en él, ese núcleo indomesticable”

Hay, siempre que pienso en Clarice, una mujer en un tranvía con bolsa de compras,verduras y huevos que se rompen, caras que se amontonan y ruedan. Entre los cuerpos de los viajeros alcanza a ver fragmentos del afuera, hay sol seguramente, está la actividad maquinal de las mañanas. La mujer siente sobre sus rodillas y su vientre el calor áspero de las verduras. Hasta que en un momento, no supe después porqué, se rompen los huevos y se caen las naranjas, la gente del tranvía se corre apenas un poco dejando a la mujer rodeada de un aire apenas más frío pero contundente como una máscara de carnaval o un vendaje.

Un tiempo después, uno o dos años después, recobré, por así decir, el relato. Se llama "Amor" y está incluido en Lazos de familia.
Empieza así: "Un poco cansada, con las compras deformando la nueva bolsa de red, Ana subió al tranvía. Depositó la bolsa en las rodillas y el tranvía comenzó a andar. Se recostó entonces en el asiento buscando comodidad, con un suspiro casi de satisfacción."

De alguna manera, cada vez que leo algo suyo, reaparece esta primera escena, mezclada con mi primera escena, y los personajes concretos de cada cuento se acomodan y hablan, cantan el feliz cumpleaños, maldicen y se preparan para cenar, sin saber que se han cruzado con Ana en el tranvía.

sábado, 2 de abril de 2011

demora



en breve, en el bosque.

domingo, 27 de marzo de 2011

sí, acepto




(a falta de faisbuk, entrada cholula y sentimentaloide al blog)
Donde antes se alzaba una calesita hay ahora una fuente de agua. La plaza Roca cambia de aspecto (y pronto cambiará de nombre).
Hay gente que se casa, mudanzas felices, patios-balcón y pequeños niños.
Volví a Río IV y como siempre me recibió la lluvia, pero también los amigos, la casa inconfundible de Ceci, con sus plantas y sus zapatos pintados. Conocí a la mítica Carolina Cienfuegos y un poco más a Dariyo. Me reencontré con Veronkis y Noe, y con Ramiro, Juli y Fran.
La gente se casa, aunque a algunos nos parezca tan extraño, y lo más importante es que se elige y se quiere.
anita y diego, toda la felicidad!!!

sábado, 19 de marzo de 2011

en presente

me quedó largo pero venía arrastrando las ganas de escribir.

Se enciende la luz de la ventana. Es apenas una ventanita rectangular que debe ser la del lavadero, a juzgar por la soga de ropa que cuelga afuera, y en la que apenas caben un par de medias y una camiseta. La luz se acaba de apagar. Mi hermana habla por teléfono y se sienta mirando hacia el balcón. Siempre que habla la cara se le divide en dos mitades, por un lado la parte de la boca, activa y húmeda, que forma las palabras claramente para que ingresen, de a una, en el auricular del teléfono, y por otro sus ojos, que después de girar por toda la habitación, se quedan fijos en algún punto del exterior, como si estuvieran lejos de la cadena de habla que ocurre a escasos centímetros suyos. La nariz participa, de alguna manera, de ambas partes, recta y dura hacia arriba, va descendiendo para volverse ágil, se ensancha cuando toma el aire y se relaja cuando lo suelta, acompañando el movimiento de la boca y permitiéndole emitir los sonidos. Me parece irreal todo lo que dice mi hermana porque ella está en otro lado, ahí pero en otro lado, pendiente de vaya a saberse qué cosa, mientras sale su discurso parejito y hasta elocuente y cuando corta se queda suspendida sobre el aparato, como en esos instantes entre el final de una obra musical y la avalancha de aplausos, donde todavía resuenan las últimas notas y los músicos aún sostienen sus instrumentos como si fueran a continuar, así se queda, y después la cara se unifica, por así decir, y se restablece la comunicación entre ambas partes.
Desde acá escucho que alguien corta verduras sobre la tabla de madera. Es un sonido constante que corta el silencio y que de vez en cuando se ve interrumpido por otro, que supongo será el sonido de cuando se pasa el filo del cuchillo por sobre la madera, barriendo los pedazos cortados, para que caigan en un plato. Me parece teatral, el cuchillo que cae una y otra vez, alguien haciendo como que cortara. Las zanahorias podrían ser invisibles, también el plato. Lo único importante es señalar que allí hay una presencia, alguien que corta con un cuchillo y que golpea sistemáticamente una tabla. La indicación dice que hay alguien, otro, con un cuchillo, y que así como se corta un zapallito invisible también se podría hacer otra cosa. Sin embargo, en la casa, los posibles significados se reducen. Se trata de Julián, seguramente, picando alguna cosa o cortando queso. Es lento para hacer las cosas de la casa, es distraído. Sin embargo, cuando traiga la tabla con los quesos o los pedacitos de lo que esté cortando, se sabrá que ha sido él porque cada pedacito será perfecto, ni más grande ni más chico que el otro, y juntos formarán una arquitectura ordenada. Colocará la tabla en el centro de la mesa ratona, debajo del foco de luz, y nos mirará, sin esperar aprobación ni gratitud, sólo redoblando, con su mirada, lo que ya es evidente. Después se hundirá en el sillón y dirá que no tiene hambre, que lo esperan en otro lado, pero se quedará un buen rato más y acabará comiendo tanto o más que nosotras, sacando siempre los pedacitos que están más al borde de la tabla, y dejando el centro de las viviendas de queso, agujereadas, sin alterar.
Nos sentamos siempre más o menos igual, rozándonos sin querer pero sin que nos moleste. Mi hermana apoya su rodilla izquierda sobre la pierna de Julián y él soporta al principio el dolor porque le da risa, después le toma la rodilla y hace un gesto de reverencia, le pasa una mano por debajo y la sostiene en el aire. Entre el hueco de su palma y el hueco de la parte posterior de la rodilla se forma un aire tibio que ambos sienten. Julián me muestra la rodilla y yo apruebo. Después la baja delicadamente hasta unirla a la rodilla derecha. Mi hermana se ríe y se hace la ofendida. Corre a sentarse a mi lado y se lo queda mirando. Se trata más o menos siempre de la misma secuencia, sólo que cambian los personajes y las partes del cuerpo involucrados.
La luz ha vuelto a encenderse, una mano abre los broches y libera la ropa. El brazo se estira para alcanzarla. Está iluminado por el foco amarillo ubicado en la parte superior de la ventana. Un momento se queda suspendido y después reanuda la tarea. Al final quedan seis broches de plástico de distintos colores y la cuerda se mueve por la reciente actividad. La mano ya no está pero la luz sigue prendida. Espero en vano que algo suceda porque sé que ya se ha terminado la función de la ventana. Julián me abraza desde atrás. Se sostiene haciendo equilibrio sobre la punta de sus pies, como arrodillado, y respira sobre mi cuello. Me huele y adelanta su cabeza hasta el pecho, hacia la base del cuello donde se recuestan dos huesos horizontales. Siempre le llaman la atención y los recorre hasta el huequito que se forma en el medio, sostiene dos dedos de la mano derecha y los hunde despacio mientras me besa la cara del otro lado. Me exijo no hacer nada hasta que no vuelva a apagarse la luz. Es una resolución instantánea y a la vez necesaria, es estar dentro y fuera. Julián pierde el equilibrio y siento el peso de su cuerpo en mi espalda. No sé por qué se me viene a la cabeza una imagen de la playa: a las siete de la tarde, de la arena se levantaban unas mosquitas azules o grises que se quedaban revoloteando a diez centímetros del suelo y al rato regresaban a la arena, casi en picada, y por el movimiento quedaban huequitos que se iban cerrando conforme el cuerpo de las mosquitas se iba adentrando en el suelo. Después, si se miraba con cuidado, podían distinguirse parte de las alitas entre los granos de arena y un movimiento ínfimo de trabajo alimenticio. La teoría de mi hermana era que, estando las moscas ahí, los insectos que vivieran más abajo no subirían nunca a la superficie, y que por eso simulaban una retirada y se quedaban volando encima, “como si” se hubieran ido, pero luego volvían y atacaban a los pequeños seres que habrían subido a tomar aire. A mí me angustiaba que la franja de vida de las mosquitas fuera de apenas veinte centímetros, diez hacia arriba, a los sumo diez hacia abajo, donde vivían sus presas, y el limbo de arena en el que dormían.
Julián sabe que me distraigo, pero hace a pesar de mí. Cierro los ojos y anticipo los lugares por los que pasará sus manos, el crecimiento gradual de la respiración, las palabras obscenas que no me dirá, o me dirá más tarde cuando ya no causen ningún efecto. Sabemos todo de antemano y hasta nos molestaría un leve cambio, sería como algo forzado, una pose. Me detengo y me exijo no hacer nada hasta que se apague la luz de la ventanita rectangular del edificio de enfrente. La mano que sabiamente liberó la ropa de los broches tendría que haber apagado la luz, tendría que haber clausurado de una manera más ostensible, la imagen proliferante de la ventana. Julián me besa el cuello y me abre lentamente las piernas. Con la mano libre me sube la remera y el corpiño. Creo que empieza a extrañarlo mi falta de reacción. Intenta hacerme girar pero no puede, me mantengo firme mirando hacia la ventana. No insiste y se queda unos segundos detrás de mí, sin saber qué hacer. Conozco, aunque no esté mirando, la cara con la que se queda, casi rozándome el pelo pero como si estuviéramos a mucha distancia y de repente comenzáramos a gritarnos en idiomas desconocidos. Se me viene entonces otra imagen, esta vez no porque la hayamos vivido, sino porque es inevitable. Estamos los dos en la bañera, mirándonos, el agua ya está medio fría y la costra de jabón que se ha formado en la superficie nos rodea el cuerpo y se va deshaciendo en islitas. Abajo el agua es más densa y conserva un poco de calor. Si al principio apenas entramos los dos en la bañera y es imposible no rozarse las piernas a pesar de que estamos sentados en cada uno de los extremos, después nos sobra agua, nos sobra espacio y tiempo. La bañera se expande y estamos cada vez más lejos hasta no vernos más. Es una imagen, nada más, me digo que es una imagen y hasta trillada y hasta Frida Kahlo y cuánta película australiana de cine arte más. Sin embargo en la bañera Julián tiene la misma cara que ahora sostiene sobre su cuello rígido y alerta, y que entra a mi pelo y sale hacia mi cara. Es o fue la misma cara que beso y que toco con la mano izquierda, a pesar de que no es necesario sostenerla, sólo porque me gusta hacerlo. Vuelve entonces a separarme las piernas, ahora cada movimiento es preciso y es un gesto de afirmación o de conquista, una forma de ir borrándose la cara que ha quedado detrás, todavía palpitando contra mi pelo. Ni de la ventana ni del pelo emerge nada, la luz encendida de mi cabeza, los broches de la cara y la mano de Julián que se abre paso y retira la bombacha a un costado y entra, primero con un dedo, después con dos y se queda unos segundos sintiendo la humedad que crece y llena su mano de un aura tibia y espesa.
No importa que la mano haya salido por la ventana, quizás para controlar la temperatura de la noche, o ejercitando un saludo vago, a la nada, al aire. La luz se apaga. Sobre mi cuerpo el cuerpo de Julián se desnuda, tarde, y recomienza. Hubo un momento de no saber, y quizás está siendo ahora en que me penetra sin saber dónde o cómo ha quedado su cara enredada en mi pelo. Lo que se sabe es la lógica del movimiento, el calor y la transpiración, el dolor que asciende desde más atrás y que persiste mientras él o yo vamos buscando algún fondo al que pueda llegarse. La luz de la ventana se enciende. Sería perverso continuar el juego, sería como terminar de ahogar la cara que está ahí atrás, entre la almohada y mi cabeza, como un fantasma que habla en otro idioma y me grita mientras Julián, allá arriba, se pierde en su propio placer. Pienso, qué lejos que estamos del otro cuando cada uno está ensimismado, al pie del abismo y cayendo, cada uno, tan solo. La mano extiende una toalla mojada, abre uno de los broches y la cuelga de una de las puntas, saca también una media y la cuelga rápido para terminar de acomodar la otra punta suelta de la toalla. Estamos, sin embargo, tan lejos como cuando nos empujamos con la rodilla o con los codos en la mesa ratona. Quiero decir, Julián termina y se queda todavía adentro unos segundos. Así, con su cuerpo relativamente grande, parece sin embargo una araña que acaba de morirse. Yo estoy relajada. Termino de sacarme la ropa que me había quedado mal puesta y me corro hacia el lugar más seco de la cama.

martes, 15 de marzo de 2011

Entrevista



-Explique sus perros rosas y sus cielos rojos.
G.-Mire, es que a los perros les gusta pasar desapercibidos, y sin darse cuenta... con el movimiento acompasado de sus patitas, van tomando vuelo.
-Explique entonces los perros en los techos, en las chimeneas.
G.-Eso es sencillo, se trata de un perro que se ha cansado.
-Explique el cansancio de un perro.
G.-Usted sabe mejor que nadie que los perros son seres curiosos y enamoradizos, y que son capaces de caminar cuadras y cuadras persiguiendo una perra, un bicho, una pelota. Es natural que se cansen.
-y una vez arriba? Explique lo que le sucede al perro.
G.-Eso no puede saberse, alguno habrá que termine pareciéndose a un caballo pequeño, probablemente a otro se le abra el hocico y comience a fundirse con el cielo, así, sin que el perro se de cuenta de nada. Otro bajará o quedará escondido detrás de un árbol.

(Entrevista de E. a G. sobre la chimenea de la señora Camille Cotter- 1867)

jueves, 10 de marzo de 2011

lo que se sabe, dura muy poco. Se sabe que hay un vacío con blanco y amarillo, por algún lado gris, está siempre eso, una tensión nacida del amarillo que es como un fango o un río, que viene de una mancha de Kandinsky o de una postal,o de lo que le sucedía a Van Gogh con el amarillo, o del interior del limón después de que han emergido las semillas. Hay un movimiento en caída pero no se trata en realidad de eso sino de una suspensión, de un descenso detenido que se va lentificando hasta quedar pegoteado en el fango. arriba se respira aire y todo debe ser pulcro como en una fotografía en blanco y negro. entonces: blanco, gris y amarillo.una imagen limpia, la primera capa de calor cuando se toca un vaso con una vela encendida en su interior.
pero, cómo asciende un árbol demasiado breve. y ¿cae lo otro que está dormido o se incendia o simplemente está debajo de la tierra como los muertos de Colima? Y cómo, en el medio de la imagen nueva, palpable, que se va sabiendo mientras se hace, se incrusta la selva soñada, pintada con tempera en una hoja cualquiera, cómo se incrusta la selva si debía haber vacío y una imagen limpia?

martes, 8 de marzo de 2011

MAÑANA ESCUELA!



hija y escocesa, fiesta inter-multi-hiper-cultural.
Mañana en la escuela lloverán sombreros en Milán, hombres en sombreros en Inglaterra,sombreritos sobre las cabezas de los niños, habrá una orgía de sombreros voladores, y empezaremos!
espero poder dormir esta noche larga.

Cortemonos la cara - Martin Buscaglia

domingo, 6 de marzo de 2011



cuadro pequeño
también del año pasado

domingo, 27 de febrero de 2011

salir





Antes adentro vivía
la oveja de punzante lana
vacío
ahora aire
a veces aire
y hojas

martes, 22 de febrero de 2011

lunes, 21 de febrero de 2011

las cosas abiertas
quiero cerrarlas

jueves, 17 de febrero de 2011

las cosas

“Las cosas en el paraná se sienten por debajo”, dice Lucía. Por acá las cosas de debajo, algunas empezadas en el Paraná y otras más tarde, están en lo alto como un nido de gallinas y entre medio y entre todos los bajos y altos y formas en que se puede estar. Está la casa con la puerta abierta y el calor que no sale, que es un pez caliente que ocupa las habitaciones y la cocina con los costados apenas más frescos; está la casa abierta y mucha gente que entra y que sale; y dos imágenes: una trillada –un señor viejo en una calesita vacía, las luces de esa plaza a la noche son verdes y duplican la vegetación que durante el día reverbera sola-, la otra no tanto: dos hombres ingresan en la vereda, hacen un pozo, rompen las baldosas y bajan sosteniendo una luz, una especie de lámpara llameante, y es necesario olvidarse de las tuberías y de las explicaciones, son dos hombres que entran en la vereda y desconocemos el tamaño del pozo y el propósito de su misión. Hay una situación graciosa (muchas, pero ahora ésta): tres chicos de considerable tamaño entran en el kiosco en el que esperamos que nos preparen un sándwich, se nota que vienen de hacer ejercicios porque están transpirados y les cuesta recuperar la inmovilidad, uno de ellos, mientras los otros dos respiran agitados, pide tres chicles, uno de uva, por favor. 3 chicles.
Hay además un paseo al museo. Si hace años alguien me acompañó para que lo conociera, como si fuera un punto fundamental de la geografía platense, esta vez era yo la que conducía, a duras penas, a otra persona. El museo está hecho por un niño –aplicado- de la escuela, las maquetas, la cartelería, los modos de presentar la información. Los animales embalsamados, sin embargo, responden a un orden mucho más sutil en el que se reproducen las miradas y las poses, la vida en comunidad, los momentos de cacería y de vuelo, pero donde uno tiene la certeza de haber llegado tarde, a pesar del ojo de vidrio tan convincente, del pelaje tierno o del gesto salvaje.
El Paraná está como si La Plata pudiera ser a la vera del río, así como Rio IV puede desembocar en el mar aunque a Cortázar lo hayamos dejado hace tiempo. A los cruces. No hay maga ni puente ni nada. Más de uno se suicidaría si tuviera que releer Rayuela. Hay simplemente personas que cargan con el río o con el conocimiento suficiente de los otros.

lunes, 14 de febrero de 2011

Devolver el cangrejito al mar




"Sábado.Estamos en la playa. El sol se va depositando por capas sobre el cuerpo, como si le imprimiera ondas de calor que al llegar a la piel se secaran y descendieran hacia el interior. Así la espalda y los hombros (...)"
Nunca pude terminar el texto que había comenzado y que nació, de eso estoy segura, de la certidumbre de estar quemándome bastante mal por primera vez en el verano. No es tan fácil ponerse protector y uno puede olvidarse los costados. Aparecen manchas rojas que duelen apenas después de la tarde de sol. En Mar del Plata el sol engaña y a pesar de que el viento de mar refresca la piel, quema.
Pero es bueno interrumpir un texto cuando lo que queda en su lugar es la experiencia de estar con amigas, en paz, quedarse mirando el mar y hablando a veces sobre cómo los surfistas ingresan en una ola y la remontan, o sobre las series de olas y la ciudad que no se termina. Es bueno reírse y hablar una y otra vez de los mismos temas, pero siempre como si fuera la primera.
La casa de Delfi está llena de luz, no sólo porque hay ventanas extrañamente situadas entre patio y patio y tragaluces en el techo sino porque la gente que la habita sabe quererse. "Bienvenidas", nos dijo el papá de Delfi apenas llegamos con las mochilas. En seguida la mamá nos preguntó por el viaje, por la ciudades de las que éramos originarias, por nuestras familias. Y en el medio Anita nos saludó con el yeso todo escrito y ganas de salir con sus amigas. Fuimos entrando a ese orden de personas que a veces estaban y a veces no, pero de las que siempre sabíamos algo. Se aprende mucho de los demás, se aprende por ejemplo a preguntar para saber del otro, a preguntar escuchando las respuestas, con una sonrisa en la cara, a preguntar a veces lo que ya se sabe, para que surja el relato una vez más.
Y también, porque conocer Mar del Plata es también conocer sus lugares "típicos", fuimos a merendar a Manolo y a visitar Villa Ocampo. Me llamaron la atención los empapelados de las habitaciones de Victoria,llenos de pájaros y de flores, en "composé" con las cortinas y manteles, como bien explicaba el cartelito.
Y conocimos también la noche marplatense, la noche en el puerto, en un centro cultural-castillo-hostel un tanto extraño. Fuimos para escuchar a Rosario Bléfari pero nunca llegamos a hacerlo. Tocaron antes dos bandas que más invitaban a dormirse o a cortarse las venas con el papel de las entradas. Bandas y gentes "explícitamente oscuras", abundando en la oscuridad y en la ropa negra. Nos fuimos yendo, de a una, a una suerte de cocina vacía en la que había dos bancos de plaza pintados de verde y corría un airecito. Una plaza en una cocina en un castillo en un puerto en una noche.
Los papás de Delfi volvieron de Mar de Chiquita y en el fondo del bolso se encontraron con una cangrejito. Pardo y húmedo, caminaba de costado y de repente se quedaba tieso, moviendo apenas las tenazas, como un gesto automático. ¿Qué se hace con un cangrejito tan pequeño que se ha metido en el bolso de dos aventureros? Susana y Máximo. Hay que detenerse y saber que el bicho está vivo y que es, trasponiendo las palabras de José, quizás cuatro centímetros de vida palpitante: hay que devolver el cangrejito al mar. Máximo camina las tres cuadras y lo hace. Nos reímos porque a veces cuesta dimensionar tanta ternura, la delicadeza simple y activa.
Delfi y Pili, las quiero mucho.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Si conociéramos el punto

Cuarta Poesía Vertical
24.
Si conociéramos el punto
donde va a romperse algo,
donde se cortará el hilo de los besos,
donde una mirada dejará de encontrarse con otra mirada,
donde el corazón saltará hacia otro sitio,
podríamos poner otro punto sobre ese punto
o por lo menos acompañarlo al romperse.

Si conociéramos el punto
donde algo va a fundirse con algo,
donde el desierto se encontrará con la lluvia,
donde el abrazo se tocará con la vida,
donde mi muerte se aproximara a la tuya,
podríamos desenvolver ese punto como una serpentina
o por lo menos cantarlo hasta morirnos.

Si conociéramos el punto
donde algo será siempre ese algo,
donde el hueso no olvidará a la carne,
donde la fuente es madre de otra fuente,
donde el pasado nunca será pasado,
podríamos dejar sólo ese punto y borrar todos los otros
o guardarlo por lo menos en un lugar más seguro.

Roberto Juarroz

Ando bastante sin nada para decir, o en el punto de la repetición que llega a ser un vacío. Me gusta que la mimosa reaccione ante el paso delicado de la yema de los dedos y vaya cerrando despacio sus plumas verdes hasta quedar, cada hoja, reunida y reconcentrada, viva, palpitante.
Me gusta el tráfico de palabras en la mesa del comedor: Poesía vertical-El arte de narrar.
Me gusta haber encontrado un 5to 13 enfrente, justamente enfrente de la entrada de un edificio que sirvió para algún relato. Y subir, y que haya personas que puedan llorar o simplemente esperar, y que después entren en alguna sala semivacía de la que sale una luz, se sienten y hablen.
No entiendo el mecanismo del deseo ni algunos miedos, pero sí que haya deseo y sí que haya miedos.