Alejandro (o Jano, o Jota) nos explicó la diferencia entre la
saudade y la
nostalgia, se tiene saudade de algo de lo que estamos alejados pero que podemos recuperar, una persona, un lugar, un estado al que se puede volver. La nostalgia se mueve en el terreno de las cosas perdidas. Ayer volvimos de Chile, después de 15 días de viaje y estoy con saudade-de-viaje, del estado-viaje, de ciertas personas, de todo lo que vimos.
Lo primero que nos sorprendió de Santiago fue el Metro, muy
pro, muy ordenado, señalizado, amplio, oxigenado con unos ventiladores gigantes que además de aire tiran gotas pequeñísimas de agua, y con mucha señalética al servicio de los pasajeros. De alguna manera el Metro es una expresión de lo que vimos de Santiago (porque estoy segura de que hubo mucho que no vimos), una ciudad amplia, limpia, con edificios públicos cuidados, con espacios verdes y un río escondido que atraviesa el centro y pasa casi inadvertido. Santiago parece ser una ciudad moderna, lanzada hacia el futuro: transportes, edificios, actividades culturales, ciclos de cine, de teatro, universidades,supermercados, shoppings etc. Como dice Lu, para conocer un lugar hay que caminarlo y comer su comida, eso hicimos, además de tomarnos muchas veces el metro y hacer combinaciones, caminamos. Nos sorprendió también la manera en que los chilenos organizaban la historia, o al menos, como la mostraban. En el Museo Histórico había una muestra de bandas presidenciales, escuché que una mujer le preguntaba al guarda si se trataba de imitaciones y él aseguró que no, que eran las bandas que habían usado los presidentes, porque sino, qué sentido tendrían? tenían que ser las originales. El carácter "aurático" de las bandas se completaba con fotografías en las que se veían a los presidentes usándolas. Nos llamó la atención que la de Pinochet y la de Allende estuvieran a pocas vidrieras de distancia, perdidas en la marejada de bandas rojas, azules y blancas, nos llamó la atención porque la memoria, la Memoria Argentina seguramente las hubiera separado y hubiera hecho algún señalamiento especial de acuerdo a lo "políticamente correcto", pero allí no, estaban todas al mismo nivel, así como se mezclaban en la calle, bastante explícitamente, las coordenadas políticas de la gente.
Otra curiosidad, a La Moneda no se puede entrar, a no ser que uno previamente se inscriba por internet, es un edificio enorme con un jardín muy grande al frente, fuentes de agua y danza de carabineros a caballo y de gala. Abajo hay un centro cultural que se parece un poco al Malba, muy moderno, que guarda una sala de artesanías chilenas y diversas muestras, una de ellas muy especial, los tapices de Violeta Parra, cuya carnadura nos emocionó. Los tejidos, a diferencia de las pinturas en general, tienen otra cercanía, y uno puede imaginarse envuelto en un árbol o abrazado por un "cristo en bikini".
Como siempre que uno viaja, o casi siempre, se encuentran las "correspondencias", pero defasadas: en Santiago también hay un "ciudad vieja", pero nuestra "Ciudad vieja" quizás se parezca más a un bar chiquito que se llama Buenavista social club, o Bellavista Social Club, de acuerdo a su enclave en el Barrio Bellavista, que es algo así como un San Telmo chileno, y hasta tiene su local de Palermo Soho design. En fin...como un día fue lunes en Santiago, todo estaba cerrado, la casa de Neruda, el Museo de Bellas, etc etc. pero no por eso dejamos de recorrerlo. El Parque Forestal es como un pulmón largo escanciado de parejas que se quieren mucho, o se tienen muchas ganas, y están literalmente uno sobre el otro. Eso nos sorprendió en Chile, la gente sabe quererse, o al menos, demuestra mucho que se quiere, hay muchas parejas muy juntas, y no sólo de jóvenes, sino también de gente grande, como si el apasionamiento no fuera exclusividad de la juventud.
Visitamos también el Mercado Central, lleno de gentes, pescados, frutas, vendedores, turistas, y todo así mezclado. En el Mercado se come muy bien, pero ojo con sentarse en las mesas que están en el centro porque es más caro, los pequeños lugarcitos a los costados también son muy buenos y más económicos. Nos reconocieron como argentinas y hablamos de las costumbres del mate, el chileno lo toma más caliente y a veces dulce, con yuyos. El argentino, "tibio" y amargo.
Adjunto fotos muy malas y un cariño especial para Marco, que nos hospedó y nos ayudó a armar el viaje con su lista de lugares recomendados para visitar.