lunes, 25 de agosto de 2014

"Leer abre hacia afuera"

Que la inocencia me valga. Camino, siempre rápido pero no por eso menos atenta al universo. Y me detengo: en la puerta de un edificio público, del poder judicial, en 13 y 46, un cartel extremadamente poético reza lo siguiente: "LEER ABRE HACIA AFUERA". Más allá del carácter más o menos transitado de la frase, me parece interesante ese llamamiento a la lectura, me parece sugerente el "hacia afuera", nada de torremarfilismo ni lectores reconcentrados, torturados, existenciales, consumiendo sus horas en silencio. Una lectura hacia afuera ¿colectiva?, metida en el fango de lo real pero a su vez, abierta. Una lectura en voz alta? palabras que permitan despegar la vista de las letras y lanzar una mirada sobre el mundo. Y además, volviendo a la materialidad del cartel, nada muy sorprendente, pero sí contundencia: letras negras (times new roman y arial?) hendiendo el blanco de la hoja, dos pliegos apenas superpuestos, algo de la mejor tradición de la poesía visual, un viaje a los orígenes del grafismo poético. Qué bárbaro, macanudo y magnífico, pienso, mientras alisto el celular para capturar la foto. Y, convocada por el cartel, LEO, sigo leyendo.. nuevamente LEER y expresas instrucciones para abrir la puerta "Atención, para ingresar, bajar el picaporte". La bofetada pragmática me derrumba, el "hacia afuera" es para la puerta, no para la lectura. A quién se le ocurriría un cartel semejante? Pero no me importa, porque para leer también hay que bajar el picaporte en su totalidad y tirar con cierta fuerza hacia afuera, y "pasando esta puerta al fondo", encontrará usted, al otro.

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