miércoles, 14 de abril de 2010

borr

resalto las palabras. todas juntas, quedan palpitando sobre la franja negra, ahora blancas. debajo hay un río y un hombre que se desmaya. es confuso, porque también hay una mujer descalza que pisa las baldosas y se moja con fluido o algún otro producto de limpieza. sus pies huelen a limpieza pero ella está sucia.
y todavía después está el hálito tibio de un caballo que puede morir en cualquier momento. que puede ser asesinado.
adoquines y lluvia. y desencuentros.
resalto las palabras y las borro. es una forma de borrar todo junto. seleccionar y borrar (control E). Se va todo, y sobre eso escribo.
la palabra palimpsesto siempre me sonó como afectada. También a la mujer que ahora debe tener los pies helados. Desconozco si el hombre alguna vez la ha escuchado, sospecho que no. El caballo con seguridad la desconoce y es mejor así.
sigo, y todavía no he borrado nada. es como si todo pudiera decirse después de haber borrado lo otro. enter y espacio, enter y espacio.
la mujer alguna vez estuvo encerrada en un negocio viejo, que ya no se usa o que se usa como depósito. estuvo atada a una silla escuchando una radio y una gotera. vigiló y ansió la llegada de las cucarachas y de los ratones. Ahora está libre pero no se ha ido mucho más allá del pasillo. No sabe cómo detener la inundación.
Otros dicen que es por eso que el hombre se ha desmayado. (ahogado), dormido? en el río que no es un río sino la inundación de un pasillo largo. Yo no tengo la suficiente memoria, es decir, no he estado ni presenciado el nacimiento del río ni la construcción del pasillo, por lo tanto, adscribo, o no, a ambas hipótesis. Lo único que me importa, en realidad, es la franja negra en la que todo se descompone, la que he borrado, la que vengo repitiendo una y otra vez.
el caballo es viejo y ha estado, él sí, en el nacimiento, pero su memoria es quizás más débil que la mía, o más breve, y por lo tanto, no vale para nada. Sólo importa que puedan asesinarlo porque ahí sí que no sabríamos qué hacer con el vacío que dejaría su cuerpo; no podríamos sostener la mirada sobre nada y quedaríamos ciegos. es imprescindible que el caballo respire aunque huela a podrido y a pelo mojado. yo lo alimentaré con mis manos, acariciaré su hocico y su lomo. se que también ellos lo harían si no estuvieran desmayados o con los pies mojados.
he vuelto a borrar. esta vez ha sido una tontería, la distancia entre las palabras es enorme. el hombre desmayado lo comprende y regresa fatigado. hubiera preferido quedarse, todos lo sabemos y también lo hubiéramos preferido. pero, ahora, mantendremos con vida al caballo (sobre él caen las hojas actuales del otoño) y esperaremos que atrapen al asesino.

1 comentario:

pilar dijo...

Las heladeras, ante las tormentas, se tornan cariñosas, y les viene ese deseo mestizo de volver a las raíces, de encontrar una identidad, por eso volvió Blanquita, para que la dejes acostarte en tu cama gigante y le leas un cuento de Poe.