La sensación fue la misma que la de tocar el barro. Al principio se retira la mano deconcertada y luego, si no hay remedio, se la hunde, se trabaja en el fango e incluso a veces puede ser bello, pero no era así con Rodolphe, con el era siempre el barro por primera vez, siempre queriendo retirar la mano pero demasiado tarde.
Yo lo hubiera dejado apenas se quedó ciego. Pero Estela insistió en que un poco más, en que unos meses más. Me exasperaba que me tocara siempre como si no me conociera, como si no me hubiera visto ya, aducía que no quería olvidarse, que mi cuerpo era el recuerdo de mí misma, y finalmente así era, Rodolphe comenzó a vivir todo como si se tratara de un recuerdo no del todo perdido. Nada nuevo se incorporaba a su vida. Yo apenas si podía tocarlo o besarlo, todo consistía en quedarme quieta adivinando el orden de lugares por los que pasaría la mano antes de excitarse y hacerme el amor.
Estela había ordenado toda la casa para mayor facilidad de su hermano, nada podría caerse y romperse, nada era puntiagudo, nada estaba fuera de lugar, y lo más curioso es que se le había dado por hablar continuamente tan sólo para indicarle a Rodolphe que estaba allí. De esa manera Estela exteriorizaba casi todos sus pensamientos, se volvía ruidosa y obsecuente, me era absolutamente insoportable. No sólo ella sonaba en la casa sino que había colgado móviles sonadores para que Rodolphe distinguiera las partes de la casa y se percatara del lugar de los otros. Yo en cambio hablaba cada vez menos y esquivaba los colgantes, vivia sofocada en el fango, llena de barro por todos lados. Los meses que me suplicó Estela se alargaban y a cada intento por dejarlo ella me suplicaba aduciendo que los avances de su hermano eran gracias a mí, y yo me quedaba, lo confieso, porque ya estaba acostumbrada.
Yo lo hubiera dejado apenas se quedó ciego. Pero Estela insistió en que un poco más, en que unos meses más. Me exasperaba que me tocara siempre como si no me conociera, como si no me hubiera visto ya, aducía que no quería olvidarse, que mi cuerpo era el recuerdo de mí misma, y finalmente así era, Rodolphe comenzó a vivir todo como si se tratara de un recuerdo no del todo perdido. Nada nuevo se incorporaba a su vida. Yo apenas si podía tocarlo o besarlo, todo consistía en quedarme quieta adivinando el orden de lugares por los que pasaría la mano antes de excitarse y hacerme el amor.
Estela había ordenado toda la casa para mayor facilidad de su hermano, nada podría caerse y romperse, nada era puntiagudo, nada estaba fuera de lugar, y lo más curioso es que se le había dado por hablar continuamente tan sólo para indicarle a Rodolphe que estaba allí. De esa manera Estela exteriorizaba casi todos sus pensamientos, se volvía ruidosa y obsecuente, me era absolutamente insoportable. No sólo ella sonaba en la casa sino que había colgado móviles sonadores para que Rodolphe distinguiera las partes de la casa y se percatara del lugar de los otros. Yo en cambio hablaba cada vez menos y esquivaba los colgantes, vivia sofocada en el fango, llena de barro por todos lados. Los meses que me suplicó Estela se alargaban y a cada intento por dejarlo ella me suplicaba aduciendo que los avances de su hermano eran gracias a mí, y yo me quedaba, lo confieso, porque ya estaba acostumbrada.
7 comentarios:
...a veces, sino casi siempre, creo... mas bien estoy seguro que me pierdo de algo...
...entonces no entiendo. Es raro, pero me genera una abstracta curiosidad, que concretamente tengo que sasear. En fin, contame la parte que no me llega y te prometo que no te prometo nunca mas...
Asi que también dibujas con palabras?? Carito, es muy lindo lo que escribis, nunca había leido algo de tu autoría, me gusta mucho!!! Un beso grande!! Car
Oiga, este relato está bárbaro. Me recuerda a algún ambiente escrito por Gustavo Nielsen ("El círculo de los ojos de Fabiana", creo... ¿leíste algo de Gustavo Nielsen?, está bueno).
¿Continuará?
Saludos.
En realidad, Carito, lo que está bueno es seguir sin saber... digo yo, bah. Para mí que en algún punto de ese proceso, siempre, de repente uno sabe, y se da cuenta de que la historia estaba ahí desde el principio y uno, que la escribe, la va descubriendo de a poco. Como si uno fuese el ciego, mirá vos.
Yo que vos no leo nada de Gustavo Nielsen hasta sentir que este relato está terminado.
Abrazo.
Carito, ya está la mujer roja...no sabes lo que me pasooo..lo hice de esas revistitas que vos también tenés y después la busqué en internet..era reee colorido y super definido..yo le metí sombra a cagar porque así estaba en la revista una cagaadaaa...bue besooo
Pasaaa a verla nos vemos el jueves
Sa*
tvia no estaban decoradas esas paredes??
mujer, tengo TANTAS cosas en la cabeza..TANTAS, necesito expandirme la memoria jaja
tenemos q hacer manualidades together!
mi pintura no era de la q se infla, tenía relieve, pero durito...buuu =S
anyways, abrazo!
Talita, malvaviscos (masmelos), la tela de la araña que está sobre la escalera, el suspiro de alivio. El abrazo.
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