martes, 4 de agosto de 2009

Primer escalón



Se acordó. Había estado allí, sobre las escaleras, con un caracol en la mano que después le había dado asco. Sí, le había dado asco por la baba y la vulnerabilidad. Entonces Elena había dicho: hay que cocinarlo. Y él lo había tirado inmediatamente y había pensado en su maestro de segundo grado, Jorge, porque tenía en las rodillas marcas de caracol como si se hubiera arrodillado durante horas sobre cientos de caparazones irrompibles. Elena todavía cargaba con la cacerola. Al moverse sin querer hizo ruido. Siempre la cacerola vacía, nunca cocinaba nada pero ahí estaba: puso el caracol adentro, para molestar.
Algunos de los dos tenía el pelo rojo como la lluvia y algunos moretones. Sabía que al llegar a la punta de la escalera estarían reconciliados pero perduraría el silencio incómodo entre los dos. Recién se darían tregua después, a la mañana siguiente.
Quisiera tener la memoria de un caracol, pensó, pensaron. Sin embargo la memoria de los caracoles era certera, quedaba la huella de la baba brillando a contraluz, todo el recorrido expuesto, imposible de deshacer, las vueltas, los retrocesos… Quisiera ser un caracol con alas, jugar al invisible. Elena tenía una pequeña joroba, a pesar de ser joven, y sobre la frente una cicatriz de cuando la había mordido el perro en la estancia. A él se le había cansado la voz. Se desabrochó los dos botones superiores de la camisa. Se arrimó a ella y le apretó el brazo para que subiera. Ella se quedaba con la mirada fija en la puerta, siempre miraba la misma mancha de pintura que parecía una islita. Antes la puerta había sido verde, ahora era blanca. Él se arrodilló en el escalón que ocupaba ella y puso su cabeza sobre sus piernas, ella lo dejó. Él sabía que ningún latido ascendería desde las piernas, que estarse ahí era como convertirse en un gato o en un montón de ropa.

3 comentarios:

lau dijo...

me hacés acordar a cortazar..
y por eso me cuesta entenderte jaja

mmmm
lo que sí, me hiciste dar mucho asco con lo del caracol..
me recordó una anécdota en la que Fede tiene que ver..

te la iba a contar por acá, pero mejor la dejo para algún post..


abrazo, muchacha-que-usa-lentes-de-contacto-descartables

Santiago Maisonnave dijo...

Muy bueno. Muy. De volver y volver a leerlo.
Volveré, pues.
Saludos.

pablo dijo...

parece un fragmento de , el comeinzo de... , como si llegara tarde a una cancion